lunes, 30 de junio de 2014

La enemiga fantasma


Prólogo: El siguiente escrito no es una idea propia. Hoy solo cumplo con el deber de escribir a nombre de alguien más, a quien por cierto aprovecho de agradecer su SHispeza a la hora de crear situaciones divertidas y su impresionante capacidad de observación.   

Los seres humanos desde nuestra génesis nos caracterizamos por el espíritu competitivo que nos impulsa día a día a ser mejores, algo intrínseco de nuestra especie la cual está constantemente intentando el modificar de manera positiva nuestras falencias y competir por ser “alguien” destacado a menos que seas un pajero ql y tu única meta en la vida sea rascarte el poto acostado mirando la novela de las dos.

Y con este punto del “ser competitivo” es que me quiero quedar. Porque hay una brecha muy importante y una línea tan delgada entre lo que es la competencia y la rivalidad. ¿Y quiénes lo reflejan transparentemente? Sí, nosotros mismos PERO… divididos por género. Y es por eso que haremos la distinción así, hombres vs. Mujeres.

Competitividad: ¿Quién es tu papi?

Los hombres en su mayoría compiten en relación a sus grandes amores: fútbol, litros de pilsen en la guata y tetas. As simple as that. Por esas tres cosas sudan la gota gorda, se esfuerzan hasta que el cuerpo, el hígado y la tula no les da más, y no sufren más allá de cinco minutos después de una derrota. Es más, esto conforma una pseudo-cadena competitiva la cual de manera sencilla explicaré a continuación: “Hoy fui a jugar baby con los cabros y jugamos como la callampa porque estamos todos guatones y pajeros pero igual le pusimos aguante. Además que los otros weones juegan en ligas (inserte el argumento más ordinario para que su derrota sea un poco menos penosa) bla, bla, bla. La cosa es que al final fuimos a tomar sus javas locas, tu sabes, por la sed y el ejercicio, una cosa llevó a la otra y terminamos en la disco. Y este weon del fulanito se comió a la mansa guatusi jauhajuahajua (el nunca admitirá que estuvo a punto o en su defecto, en garras de una mujercita de la noche, mucho menos que él fue el que avivó la cueca para salir a buscar minitas)”. 

Así es como he llegado a la conclusión que el masho recio goza de una competencia sana y light, aun cuando pueda terminar en combos y patadas debido a la adrenalina, la testosterona y las películas de acción.

Rivalidad: ¡De rodillas ante Dios, de pie ante las gilah’!

Obviamente iba a hablar de nosotras al último chiquillas dado que si leyó bien el título, nosotras somos las que traemos la diversión a esta discusión jaja. En fin, A lo que vinimos.

Las mujeres a diferencia de nuestros pares masculinos, no llegamos a los combos algunas si pero por Dios que lo encuentro rasca pero si a algo conocido como la rivalidad. ¿Se le hace conocido el slogan “amigas y rivales”? Esa estupidez, además de ser el título del reality de travestis que lidera la Botota y compañía, era una novela mexicana de principios de 2000 que contaba la historia de un grupo de amigas de la Prepa’. ¿Alguna novedad? Ninguna. Solo la esencia de lo que somos, animalitos deseosos de sangre y pleito que ven en la del lado a un posible contrincante.
Y no me venga con su monólogo mental “esta mina siempre generaliza, yo no soy así”. Usted sabe que si, queridita. Le explico. La rivalidad femenina está en nuestra naturaleza pero depende el nivel y grado de control que usted tenga sobre ello lo que la puede llevar de ser una mina normal a una paranoica de mierda.

Una mujer en su rivalidad nivel 1 compite por cositas light, como los hombres, pero más superfluas. La ropa más linda (¿O acaso usted caballero creyó que nos vestimos para llamar su atención? Está muy equivocado, es competencia de minas), el cabello mejor cuidado, en fin, weas.

En cambio, una mujer en su rivalidad nivel 2 tiene un cierto afán por competir en ligas mayores de locura: Hombres y enemigas a su rastra. Aquí, la competencia no es ni ligerita ni sana. Son especímenes absortos en su mundo imaginario lleno de enemigas everywhere que la viven juzgando, amenazando, intentando levantarle el mino o hablando mal de ella. Es super común en ellas las frases de Face “¡Oye! Si tú, a ti que sé que lees esto, nunca serás como yo JAJA Sigues siendo la penosa que siempre has sido. Ten un poco de respeto por ti misma y valórate, ¡Periquito es mío tarada!” y con un ‘me gusta’ de ella misma para imponer choreza. Su idea es esa, hacerle creer al mundo que todas se quieren tirar a su hombre y es blanco de enemistades y envidias de mujerzuelas a las que siempre vence. ¿La realidad? No le gana a nadie, a quien cree que está todo el día pendiente de ella lo más probable es que ni siquiera le interese su nombre, y envidia no da con sus amenazas ridículas.

Conclusión para mi género: Nivel 1 y tranquilitas por la vida, no hay nada más indigno que andar peleando con tu propia sombra.

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